miércoles, 23 de octubre de 2019

Atypical, y su concepto de amor verdadero.





“Zahid tenía razón. Sabes que estás enamorado cuando la otra persona cumple una serie de reglas universales, y otras veces lo sabes sin más. Paige cumplió esas reglas, por eso le dije que la quería, pero… Con Julia no necesité reglas, ni test, ni nada. Con Julia, simplemente lo supe.” 


Esta es una de las muchas reflexiones que hace Sam Gardner a lo largo de la serie que hoy os traigo al blog. Me siento identificado con sus palabras, pero otro día os contaré por qué. Hoy, vengo a hablaros de “Atypical”, una serie que me ha encantado y que podéis encontrar en Netflix. 

El tema principal de esta serie es el autismo en adolescentes, pero detrás de él se esconden temas más profundos como la independencia emocional de los hijos, los hermanos fuertes que sobreprotegen demasiado al débil o, como en muchas otras series del género juvenil, el amor verdadero, que basa su idea en mostrarnos que este amor no consiste en cambiar a la persona que amas, si no a la capacidad de adaptarte a ella y que ella se adapte a ti.

El guión está escrito bajo la técnica de causa y efecto que se repite una y otra vez a lo largo de las escenas y capítulos, sin dar siquiera un pequeño respiro en la vida de nuestros protagonistas. Por eso puede que por momentos “Atypical” parezca que va demasiado rápido, pero es una manera de evitar puntos muertos, de enganchar al espectador y de entender el ritmo al que gira la vida de sus personajes.


Sam y Paige tendrán una relación muy complicada.

Personalmente, como escritor, me ha sorprendido este método constante de “causa y efecto”. Son muchas las series que lo utilizan, pero en la mayoría el efecto tras la causa es demasiado pequeño y se resuelve en el mismo capítulo, sirviendo en muchas ocasiones de preparación para un conflicto mayor, o simplemente funcionando como relleno. No es lo que sucede en “Atypical”, donde cada acción de los personajes traerá repercusiones en su vida o en la de los demás. Igual que la vida misma.

Por ejemplo, Elsa, la madre de Sam, piensa que es fundamental en la vida de su hijo, pero nuestro protagonista ya tiene dieciocho años y en una sesión con Julia, su psicóloga, Sam le dice que empieza a darse cuenta de que por su autismo se perderá muchas cosas, como investigar pingüinos en la antártida o tener novia algún día. Entonces Julia le aconseja que empiece por lo más sencillo: conocer gente, chicas, y por qué no, echarse una novia. Estas palabras provocarán el primer cambio en la vida de Sam y los suyos, pero también en la de Julia. Un big-bang que destruirá todo el universo que los personajes han construído a su alrededor. La famosa zona de confort. A partir de este cambio surgirán otros, todos conectados entre sí, como una interminable hilera de fichas de dominó que van tumbándose unas a otras por el leve toque de un dedo.

Los guionistas de Atypical saben lo que están contando, pero renuncian a provocar la lágrima fácil en el espectador con situaciones exageradamente dramáticas y crueles. Basan su argumento en la magia de lo sencillo, en las situaciones cotidianas y en los problemas del día a día que todos hemos sufrido alguna vez o que hemos vivido de cerca, empatizando así con los errores y aciertos de los personajes y conectando con la serie desde el primer momento. En muchas ocasiones, una pregunta nos rondará la mente: ¿Hasta cuándo hay que seguir las normas y para qué sirven en realidad?



Si os gustan las historias profundas de adolescentes que son tomados en serio por sus guionistas, no os lo penséis y dadle la oportunidad que merece.

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