domingo, 30 de abril de 2017

El escenario en la novela.




He estado un rato perdiéndome en las páginas de Jumper, la novela de Steven Gould, y ahora toca bajar a la Tierra y explicaros por qué no nombro la ciudad en la que transcurre mi novela, #MEEE.

La importancia del escenario en una novela.


No es porque sea una ciudad ficticia. No lo es. La ciudad es real, es costera, y es de España, pero no diré su nombre para evitar enfados entre mis lectores y, sobre todo, porque me pareció interesante usar una ciudad con una serie de características definidas, pero sin ponerle nombre para que muchos imaginéis que transcurre en el lugar donde vivís. O, al menos, la típica ciudad costera donde veraneáis.

Debo deciros que al principio iba a ubicar la historia en una ciudad de centro. De hecho, la primera estructura de la novela giraba alrededor de esta primera idea, pero después, tanto mi asesor literario como yo caímos en la cuenta de que personajes como Natalia, Nico, Sasha y Scar se asfixiarían. Ellos viven al límite y necesitan la furia del mar y a veces también su tranquilidad, y un escenario para escaparse del día a día. Os hablaré de ellos más adelante.

Además me vino bien para la trama romántica: ¿Habéis visto una puesta de sol en el mar mientras las olas mojan vuestros pies y estáis inmersos en un largo abrazo? Es un ejercicio que tenéis que probar.

Cuando llevas tiempo escribiendo te das cuenta de cómo influye el escenario en la historia, en el vestuario de los personajes y en algunas de sus actitudes, incluso en la propia trama. Como dice mi asesor, hay que usar el escenario como un personaje más.

Voy a adelantaros algunos de los escenarios en los que está ambientada mi historia.
Por ejemplo, aparecen playas de fina arena y calas escondidas entre los acantilados rocosos azotados por el mar, y entre ellos hay un lugar sagrado para los protagonistas de esta historia, el “salto del cóndor”.

Por supuesto, la ciudad cuenta con una academia de fútbol que será el motivo por el que Rober, protagonista de la historia, tratará de luchar por su sueño. Además, coincide con el lugar dónde pasaba las vacaciones con su familia y en el que conoció a la pandilla de amigos con los que, tras su vuelta, compartirá una serie de momentos buenos y malos y muy intensos. Y en esta ciudad, Rober se encontrará con Andrea.

Y os preguntaréis, ¿quién es Adrea?

Os lo explicaré en entradas posteriores. No olvides compartir esta entrada si te ha gustado, ¡Y deja un comentario!
Un abrazo.

jueves, 13 de abril de 2017

Jumper, de Steven Gould


JUMPER, de Steven Gould


Voy a hablaros de esta novela, que me ha influenciado estos últimos días. Y no es porque su estilo me haya parecido tan espectacular que quiera imitarlo, o porque sus personajes me hayan inspirado para crear otros nuevos. Es porque desde que leo esta historia... ¡no puedo parar de escribir! 

Se trata de Jumper, de Steve Gould. Y ha provocado en mí una sensación mágica.

Un escritor escribe, sí, pero los proyectos tienen baches y a veces se entra en una dinámica peligrosa. Es como un círculo vicioso, como adquirir un  mal hábito. Y cuando entras de lleno es muy difícil salir.

Yo he estado en ese límite. En mitad de mi proyecto las situaciones ajenas al trabajo de escribir me han llevado casi al abandono. Hoy no puedo escribir, mañana tampoco, pasado sí, pero al final tengo que dedicarle menos horas de las que quería. Y de esta forma, te acercas sin darte cuenta al precipicio. Una manera lenta y cruel de matar a un escritor.

Jumper aterrizó en mis manos, cómo no, gracias a mi asesor literario. Es el encargado de suministrarme mi dosis de lectura necesaria con sus recomendaciones. Me dice un título y yo corro a comprarlo a la librería más cercana o a buscarlo en la biblioteca. Así es como me hice con esta novela, que cuenta la historia de un adolescente que, sin saber cómo ni porqué, es capaz de teletransportarse a cualquier lugar. Una pasada. La de cosas que podríamos hacer si tuviéramos ese poder.

Jumper me ha enseñado que si deseas algo con fuerza siempre encuentras la manera de hacerlo.


Y ha sido justo en Abril, el mismo mes en el que empecé mi proyecto. Vuelvo a estar ilusionado, a prepararme una taza de café nada más fregar los cacharros y a ponerme a escribir olvidándome del mundo. La ganas por plasmar mis ideas en el papel vuelven a despertar.

En realidad, no se muy bien qué tiene Jumper, pero cada vez que devoro sus páginas noto un cosquilleo en la punta de mis dedos que sólo desaparece cuando entran en contacto con el teclado. Y me encanta. Puedo decir que en mi caso, y a pesar de todo, Jumper es la novela que ha elegido a un lector.

Y es que a veces las cosas pasan por algo. Soy consciente de que Steven Gould no ha escrito nada espectacular después de esta obra, pero no me importa. Quizá con Jumper le pasó algo parecido a lo que yo estoy viviendo, y por eso logra transmitirlo y hacer que cada vez que leo su historia quiera escribir, y cada vez que escribo quiera leer aún más. Me provoca la sensación de apretar puños y dientes, de recordar mi ilusión, de decir que estoy aquí y que voy a ser escritor.

Ahora me toca sacar todo lo que llevo dentro. Para daros la historia que os merecéis.
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