miércoles, 4 de marzo de 2020

El arquetipo del mentor


Me encantan las películas con mentor. Me enamoré de ellas cuando vi Karate Kid de niño, con esos métodos de enseñanza tan estrafalarios que el señor Miyagui aplicaba en su alumno Daniel Kid, y que daban sus frutos en esa escena mítica en la que Miyagui atacaba a Daniel y éste se defendía gracias al movimiento de “dar cera, pulir cera”. Desde entonces he visto un sinfín de películas del estilo “con mentor” (unas más disfrutables que otras) y he enterrado mis prejuicios con la gente mayor y excéntrica, esa que la mayoría tacha de viejos raros.



Sin embargo, no todos los mentores usan métodos agradables y tienen buenas palabras para su alumnos, como Forrester en Descubriendo a Forrester o Chris Gardner en En busca de la felicidad. También existen mentores negativos, como Terence Fletcher en Whiplash o Walter White en Breaking Bad.

Y de esto vengo a hablar hoy.

Aunque ambas historias son muy diferentes entre sí, comparten algo: las dos beben de un mentor negativo. En Whiplash, su joven protagonista Andrew Neiman sueña con ser el mejor batería de todos los tiempos, un sueño que persigue con ambición tras el fracaso literario de su padre. Esto le lleva a Terence Fletcher, un maestro de jazz en el Conservatorio de Música donde Andrew se inscribe, pero con unos métodos instructivos que van más allá de pasar en círculos una esponja empapada de cera sobre un vehículo viejo. Fletcher someterá a su alumno a una disciplina casi militar y no tendrá compasión con sus errores. Fletcher busca la perfección, y si Andrew quiere seguir aprendiendo de él deberá alcanzarla sin excusas.
Terenche Fletcher, imponiendo su método y sus normas a Andrew.

En Breaking Bad, en cambio, Jesse Pinkman no busca ningún tipo de enseñanza, y es Walter White, un profesor de química frustrado, el que pide que le enseñe el negocio de las drogas. Pinkman, al igual que Andrew, ha crecido entre fracasos, pero su motivación consiste simplemente en consumir todos los días y, si puede, ganar algo de dinero extra. Pinkman acepta la propuesta de Walter porque está harto de ser invisible para los demás, y congenian desde el primer instante porque convergen en ese punto. El señor White enseña a Pinkman sus conocimientos, pero también saca lo peor de él y le obliga a implicarse cada vez más en sus sucios negocios. Pinkman gana dinero, mucho más del que antes podía contar en sus manos, pero acaba convirtiéndose en una especie de sicario y encubridor de Mr. White. Al principio era un don nadie. Después pasa a ser la mano derecha del narcotraficante más poderoso del estado.


Hay una parte en ambas historias que también coincide, y es cuando los pupilos convierten su objetivo principal en una obsesión. Andrew hace del jazz su religión particular y aunque Fletcher le sigue tratando mal, el joven se traga el orgullo que le queda y hace de Fletcher una prioridad para él, porque Fletcher es jazz, y el jazz es lo único que mantiene vivas las ilusiones del muchacho. Mientras aprende, está mejorando, está labrándose un camino hacia el éxito que tanto ambiciona. Mientras toca la batería, ya está siendo mejor que su padre.

Walter White, a pesar de llevar al límite a Pinkman en varias ocasiones (y que esté cerca de la muerte en muchas de ellas) también termina siendo la única opción del muchacho. Pinkman ha dejado lo poco que tenía por seguirle, por ser alguien en la vida. Ahora, el señor White es lo único que le queda. Sabe que seguir a su lado no le beneficia, pero también sabe que puede darle una vida mejor que la que tiene.

Walter White convertirá a su pupilo en un ser despiadado que lucha por sobrevivir. 

En cuanto a los mentores, Fletcher, en Whiplash, ama el jazz por encima de todo y al final consigue que su pupilo hable y respire música y que toque la batería mejor aún que Gene Krupa. Pero Walter White solo ansía el poder, por tanto, acaba convirtiendo a Pinkman en alguien peligroso y sin escrúpulos que no tiene nada que perder.

Esto puede llevarnos a muchas conclusiones, pero yo me quedo con esta: los pupilos acaban siendo el vivo reflejo de sus mentores. En este tipo de historias tanto mentor como alumno consiguen sus objetivos, pero el alumno es el único en cambiar su “Status Quo”, pasando de ser un personaje optimista y soñador a alguien que a base de exigencia, esfuerzo y dolor adquiere una serie de habilidades, pero acaba convertido en un ser solitario y con un visión oscura hacia el mundo.

¿Y a ti, te gustan las películas de mentor? ¿Recuerdas alguna buena que quieras compartir?

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